Es una fría tarde de otoño en Valencia. A pocos metros del
convento de San José (c/ Cirilo Amorós, 67) cruzo un nuevo paso de peatones con
la mente en Fray Conrado. Son muchos años visitándole en la portería de su casa
espiritual, pero esta vez quiero hacerle una entrevista íntima, de amigo a
amigo, para poder contar la experiencia de este humilde fraile con sus propias
palabras.
Me recibe como siempre con la sonrisa en su rostro, como un
padre y un hermano a la vez, con los brazos abiertos para fundirse conmigo en
un gran abrazo. Tomo la iniciativa y ahí comienza una conversación muy personal
que generosamente acepta sea pública.
Fray Conrado: ¿cuántos años tiene?
- tengo 88 años, del mes de abril
¿Qué recuerda de su juventud cuando se fue de casa para
hacerse fraile?
- tenía poco más de veinte años. Me marché a las cuatro de
la madrugada con una pequeña maleta y tardé dos horas largas en llegar al
convento de l´Olleria.
¿Siempre ha sido fraile portero?
- ¡Qué va! He sido fraile cocinero, barrendedero, limpiador…y ahora
soy portero.
¿Desde cuándo es su interés por los pobres?
- Desde siempre. Atiendo a las personas que llegan por aquí,
pero si no vienen también he ido a buscarlos.
Sé que ha hecho muchos rosarios…
- Muchos, muchos. Hay personas a las que les gustan y se los
quedan dando dinero, que luego es para los que más lo necesitan.
¿Qué hace los con Amigos de San Antonio?
- Tenemos una hora semanal (los martes) de oración juntos.
También trabajamos para atender a los pobres.
Fray Conrado es conocido por los belenes con materiales
reciclados que desde hace muchísimos años va haciendo durante todo el año y
cada seis de diciembre expone y muchas personas compran para ayudar a esta
acción solidaria permanente.
- Nada, lo que quieran dar. Y con el dinero ayudamos a
muchas personas. En Suramérica hemos hecho escuelas y pozos. También para los
necesitados de Valencia.
Cualquier elemento inesperado sirve como base para hacer un
belén. Móviles, zapatillas, máquinas de coser, piñas, barcos de juguete,
raquetas de tenis, paellas…
- Sí, mira éste es con un huevo (me lo enseña). Esto es una
pieza de la reparación de un ascensor que no servía y pensé: “pues haremos un
belén…”
Además de religiosos capuchinos y provinciales de su orden,
el cardenal Agustín García-Gasco y el arzobispo Carlos Osoro han bendecido los
más de mil belenes que cada año presenta en el sótano del convento. ¿Tan
importante es Fray Conrado?
¿Puede recordarme ese lema que tanto le gusta decir sobre
trabajar para los demás?
- “Manos que no dáis…qué esperáis”, claro. Es Dios en mí el
que me ayuda a vivir en los demás. Siempre ha sido así…de pequeño, de joven y
ahora también. Hago los belenes como los hacen los niños…
La conversación fluye con gran armonía. Percibo que este
anciano fraile responde con facilidad a mis cuestiones; siento que habla con el
corazón abierto y es tal su franqueza que tomo la decisión de hacerle preguntas
más comprometidas.
Fray Conrado, ¿qué le pide a la vida?
- Dar amor a los demás, caridad. Si damos amor, damos a
Dios.
¿Qué piensa cuando le dan uno de esos premios que le han
llegado en esos últimos años?
- Pienso que ese premio no es mío, es de todos los Amigos de
San Antonio. Esto es una obra en la que está Cristo en todo y en todos, ¿sabes?
¿Cómo va su salud?
- Pues como toca con la edad, yo no tengo problemas en eso.
Hace unos días un señor me preguntó: “¿Yo qué tengo que hacer para ser feliz
como tú?” Y yo le dije: acepte la realidad de la vida, con sus alegrías y con
sus problemas.
Le pido disculpas para esta pregunta. Si supiera que le
queda un día de vida, ¿cómo lo viviría?
- Igual, igual, igual. Todos los días estoy esperando la
muerte, sabiendo que puede llegar en cualquier momento. Estoy contentísimo con
lo que me ha dado la vida, yo vivo para el cielo. Cuando llegue, seguro que el
Señor me llevará a buen sitio.
¿Cree que en estos 88 años ha podido cumplir con su manera
de vivir esa parte del “Padrenuestro” que dice “venga a nosotros tu Reino”?
- Pues sí, porque el Reino de Cristo es hacer el bien a los
demás. Y siempre que te entregas a los demás estás dando a Dios.
Ahora quiero que me hable de la Virgen de los Desamparados
en Valencia.
- Maravillosa, Madre mía. Mi oración a la Virgen es siempre de darle
gracias por todo lo que está haciendo el Señor conmigo. Voy a verla, pero
también siento que la tengo aquí: vienen a pedir limosna una madre y dos
chiquillos…ahí está la Virgen
que viene a verme en esa persona.
Recuerdo cuando le conocí en la procesión del Corpus. Y de
pronto dejó de ir. ¿Por qué?
- Pues pasó que había personas que me reconocían y llamaba
la atención. Incluso un periodista llegó a decir que yo era un santo y para mí lo importante era que un poco
detrás iba el Santísimo.
¿Podría decirme dos palabras para vivir y ser feliz?
- Dando a Dios a los demás. Cuando haces una obra de
caridad, lo que das es a Dios mismo.
¿Cómo le gustaría ser recordado?
- como una persona normal y nada más (agacha la cabeza y
hace silencio).
No quiero terminar sin más este afortunado encuentro con
Fray Conrado y para despedirme le propongo rezar juntos un "Ave María". Pero le parece
poco y me sugiere que recemos el “Ángelus”, tal vez su oración preferida. Sin
pensarlo, comienza con gran soltura y yo le acompaño. Momentos de profundidad
espiritual que vivo a su lado aprendiendo de su gran experiencia mística. Y
sigue haciendo oración en voz alta:
-“Señor, lléname de tu Vida, lléname de tu Amor. Señor,
recibe toda mi vida, recibe todo mi amor.”
Un abrazo y una afectuosa despedida de Fray Conrado tienen un
valor fuera de lo común. Un rato de intimidad en la portería del convento que
es su hogar resulta motivador para vivir la Navidad y aún más la vida cotidiana con un
sentido de la realidad que vale la pena meditar.
¿Cómo agradecerle su disponibilidad y cercanía en cada
respuesta a tantas cuestiones vitales planteadas? Ése es el sentido de publicar
este documento, para mí un claro testimonio de fe, esperanza y caridad.
Manol Guallart
1 comentario:
He aquí un hombre venerable cuya ancianidad no merma el espíritu de niño al que se le ha prometido el Reino de los Cielos.
Humildad, aceptación de la voluntad de Dios en cada paso de su vida, entrega al hermano en el ejercicio de la caridad que corresponde a un corazón sencillo y limpio:
R.B.
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