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30 de abril de 2011

JUEVES SANTO

 
LA CONTEMPLACIÓN DEL AMOR

Y  de repente, la lluvia. Era probable que llegara pero no me resistía a aceptar que el mal tiempo condicionara esta travesía hasta ahora tan afable en el aspecto climático. Además, por eso de que los imprevistos nunca llegan solos, un despiste técnico ha descompuesto mi programa a la puerta de Santa María del Mar, con el estruendo de tambores  en los minutos previos al Acto de la Profecía. Cuando estoy en disposición de captar algo, la tarde ya lleva ritmo de marcha con la complicación de las primeras gotas de lluvia convertidas en un chaparrón antológico. Son momentos de confusión pedaleando hacia el Rosario y sin poder disparar una sólo fotografía.

Aquí surge de nuevo la vocación, el sentido de mi presencia en esta gran cubierta marinera. Asumo la nueva situación y retomo el reto: vivo el presente desde el gran amor que siento derramado en mi corazón, que me hace buscar la presencia de Jesús en la capilla del Santísimo Cristo de los Afligidos en forma de monumento eucarístico. En su bóveda el Santo Cáliz preside la histórica salida de Cristo por el Canyamelar. Aquí no llueve, el misterio del amor de Dios conforta el alma.

Como me dice un feligrés de la parroquia, ésta es una tarde de voluntades; porque la visita a los Monumentos se convierte en una opción personal. Las parroquias estarán de puertas abiertas y el Santísimo Sacramento acogerá a quien visite a Jesús en su forma permanente.

La segunda parada es en Cristo Redentor- San Rafael Arcángel. Sigue lloviendo y el chubasquero sigue rechazando agua, el gorro polar y la bufanda - que me acompañan siempre - me resguardan manteniendo mi cuerpo con el calor físico, mientras mi mente se esfuerza por asimilar un nuevo estado de ánimo. De nuevo Jesús sacramentado, silencio y oración. Fotografiar al Amor de los Amores resulta un atrevimiento si no hay donación personal, por lo que de nuevo me arrodillo, medito, me preparo interiormente ante este altar preparado para dar testimonio de Dios Amor. Capto detalles, entrego el alma.

La parroquia de los Ángeles me acoge con el Cristo yacente a primera vista, con la gran capilla de la Comunión en la que resplandece el Santísimo en mil detalles originales que suscitan recogimiento y coloquio en la intimidad del sagrario.

La noche es propicia para visitar domicilios particulares, cofradías y hermandades con presencia de imágenes. Son  momentos de fraternidad, oración y archivo fotográfico. Me halaga la gran hospitalidad, la complacencia hacia el visitante. Me faltaba el monumento de la capilla del Negret en el Grao y allá que voy que cumplimentarle; es el momento de la Hora Santa y resulta apropiado crear un nuevo momento de paz.

Ya es tarde, pero todavía hay programa y EOS me acompaña. Si bien la procesión del Recogimiento se ha suspendido por el tiempo inclemente, sí que ha salido a la calle la de las Antorchas, que permite una estampa de la plaza del Rosario con el Nazareno entrando en el templo. Y finalmente la procesión de la Juventud en Cristo Redentor, donde una niña porta a Jesús Crucificado en lo que resulta una de las dos imágenes de impacto de la noche.
 
La otra estaba por llegar. Regreso hacia el coche, bici en mano, cuando me detengo ante el Cristo del Buen Acierto en su hermandad - puerta cerrada tal vez a hora temprana -pero con una estampa que no quiero olvidar. Jesús en la Cruz, Juan y María a los pies. La iluminación es a través del cristal, con una farola de la calle y una cruz de bombillas de la hermandad vecina. Vuelvo a arrodillarme varios minutos y siento que capto la esencia del Viernes Santo que está al llegar.





SENTIMIENTO Y FLASH: LA OTRA MIRADA

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