LAS PALABRAS Y EL SILENCIO DE JESÚS
Hoy es el primer día con actividad nocturna. Las procesiones
se suceden en la tarde- noche de los Poblados Marítimos. No hay tregua, ya es
Martes Santo. Seguir por el Cabanyal a Jesús atado a la columna, mostrado
después a todos como Ecce Homo, me hace reflexionar sobre el sentido de mi
propuesta artístico-espiritual. Cambiando de zona he realizado una parada en la Exposición sobre el
Rosario con los pasos relacionados con el tema y ha resultado un momento
interior muy pleno.
Luego prosigue andadura de Jesús, Nuestro Padre Nazareno,
que - como en el Cabanyal - padece en silencio: son los ojos de la ternura, la
donación extrema, la comunicación desde el corazón. Igualmente en el Rosario,
el Nazareno, apresado y coronado de espinas, expresa su amor sin palabras.
Semblantes abiertos a la luz nocturna de estos barrios testigos del paso de
Cristo, cornetas y tambores que marcan el ritmo de los acontecimientos.
Pero hay espacio al final de la jornada para que, a la luz
de un farol, presente Cristo crucificado por los afligidos del mundo, los auroros
de Vinalesa canten su eco a las Siete Palabras de Jesús en el Calvario. Los
timbales marcan los silencios, los fieles interiorizan la realidad de la Cruz:
son las palabras que marcaron la salvación del mundo. Limito mi trabajo, medito
en silencio; nuevos impactos de luz y sentimiento.
Despido la noche con el Via Crucis del Salvador. Este Cristo
seguirá en vela tras subir una estrecha escalera hacia una casa particular, que
será colmada de gracia por su excelsa presencia. Flores rojas para recibirle,
fe grande para darle hospitalidad.
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