
¿
POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?
He tenido el privilegio de contemplar esta mañana a Cristo
tres veces presente en el Grao y en mi Semana Santa personal: Grao,
Medinaceli y con la Cruz
en la pequeña sala de Ernesto Anastasio, 3. Un sido un instante de “gracias” a
Dios por traerme hasta aquí. Siento que la semana será larga o corta según mi
implicación, pero desde ese momento
decido aceptar todo lo que sea mi designio en este presente.

Tarde de Lunes Santo equivale a decir Afligidos y procesiones.
Comienzo mi recorrido con la
Flagelación, la tortura del cuerpo entregado de Cristo: esa
mirada del Señor al infitito me aturde, la figura maniatada a la columna de
nuestra incapacidad de amar me sobrecoge. De pronto, una complicación en la
bici cuando me disponía a marchar hacia los Ángeles, condiciona mi plan de
imágenes. No acepto el traspiés de buena gana y tengo que quedarme cerca del
Rosario.
Busco la procesión y la música me orienta. Protegido por la
policía y el palio de honor, precedido por el incienso, seguido por cientos de
fieles, el Cristo patrón del Canyamelar recorre lentamente el barrio y me
regala impactos de flash que me inyectan mucho ánimo. He sentido un gran
abandono en esa primera situación inesperada, pero ahora me encuentro en cierto
modo reconfortado.



Acaso estaba por llegar la culminación del día con el encuentro
del Cristo del Grao y la Virgen
de los Dolores de los Granaderos. Se ha hecho muy tarde, pero describir la
experiencia vivida por estos dos
colectivos merece la pena. El luminoso que marca el local de los protectores de
la Madre Dolorosa
recibe en su cielo fuegos artificiales para el recuerdo, las palabras de
bienvenida, recuerdos de infancia, sentimientos y gracias, quedan colmadas por
la lluvia de pétalos que el Cristo recibe al alojarse en los brazos de María. Fotografías,
aplausos, emotivos abrazos que despiden un nuevo día para la posteridad.
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